viernes, 25 de enero de 2013

El Gran Engaño Del Certificado Ecológico


Cuando usted compra un producto con certificado ecológico, ¿sabe lo que está comprando?

1-¿Cree que está comprando un producto libre de química sintética?

Esta es la primera característica que parece certificar este sello. Pues sepa que no es cierto al cien por cien, porque según la normativa de la UE se puede certificar como ecológico cualquier producto que no supere unos niveles mínimos de estas sustancias, pero no están totalmente limpios.

2-¿Cree que está comprando un producto fresco?

Pues tampoco tiene porqué. En muchas empresas de producción de hortalizas ecológicas con certificación se vanaglorian de tener la última tecnología en refrigeración orientada a la conservación de los productos.
 
 

3-¿Cree que está comprando a una empresa que cuida la tierra?

Aunque no usen SISTEMÁTICAMENTE fertilizantes ni pesticidas de origen químico, muchas empresas practican la agricultura intensiva, que no es más que sacar el máximo rendimiento por metro cuadrado, para lo cual añaden grandes cantidades de fertilizantes, que aunque no provengan de la química sintética, empobrecen la tierra, rompen su equilibrio natural. El alma de la verdadera Agricultura Ecológica es la diversidad de cultivos y por lo tanto, el motor de la misma es la ROTACIÓN DE CULTIVOS. Estas empresas suelen hacer monocultivos (lo contrario a la diversidad), no los rotan y rompen los equilibrios naturales de la tierra. Al añadir abonos a las tierras cultivadas todos los años están extrayendo de otra zona de tierra su riqueza (la que se genera por sí sola si hay un equilibrio ambiental) para aplicarla a la suya y obtener el máximo rendimiento de la misma en detrimento del deterioro de aquella otra dando paso a fenómenos como la desertización o la pérdida de culturas tradicionales.
 
 

4-¿Cree usted que le está dando el dinero a una empresa que cuida el medioambiente?

Además de lo visto en el punto anterior, dese cuenta de que estas empresas cultivan en grandes invernaderos donde mantienen al gusto la temperatura ideal para el desarrollo rápido del cultivo con la consiguiente carga de co2 producido por generadores y climatizadores a gran escala. Además de las inmensas cámaras frigoríficas que poseen.
 
 

No todas las empresas que obtienen el sello ecológico hacen mala praxis de la agricultura ecológica, pero los certificados ecológicos deberían especificar si el producto viene de una explotación ecológica intensiva, extensiva, ecológica o biodinámica. La explicación de la intensiva y la ecológica se explica muy bien en este artículo.

Además, por todos es sabido que el problema para los pequeños agricultores son los intermediarios, que llegan a encarecer el producto de manera que no reciben ni el 30% del precio final de su producto, el 70% restante se lo quedan los intermediarios. A menudo, las certificadoras ecológicas dicen apoyar al pequeño productor en su lucha por acortar estos pasos intermedios, pero ellas mismas son las primeras que ejercen como intermediarias, pues también contribuyen al encarecimiento del producto. Para un pequeño productor es un gasto anual, además de una inversión de tiempo llevar a cabo toda la burocracia implícita en el proceso. Y el valor añadido que en teoría le dan a su producto por llevar esta certificación se pierde cuando los meten en el mismo saco que grandes explotaciones agrícolas con las que no pueden competir y que además hacen que el precio de sus hortalizas artesanales baje.
 
 

Por extrapolar un poco la situación a algo más entendible con rapidez, es como si se vendiera cualquier producto industrial al mismo precio que uno artesanal. Es como si costase lo mismo un traje de chaqueta comprado en unos grandes almacenes que en un sastre que te lo hace a medida. ¿A que parece una barbaridad? Pues esa es la situación a día de hoy con los productos ecológicos.

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